Verdad sería, pasear mi dedo índice,
por la curva más
ancha de tu suave y delicada oreja.
Verdad, sería
arrastrar tu lengua por mis labios,
hasta pincharte
con el acero rojo que brota de mi piel.
Verdad sería,
fusionarnos en un abrazo,
siameses sin
rostro y corazón en puño.
Pero verdad es, que vivimos presos por el tiempo,
y este pasa, pasa
y no mira atrás.
Atrás como
nosotros miramos día a día,
tras las tapias
de esta cárcel que nos mantiene inmóviles.
Pero verdad es,
que seguimos rezando a nuestros fantasmas,
Entonando el “mea
culpa”, rodillas ensangrentadas,
A la espera del
milagro insensato, de la divina mentira.
Cumplimos nuestra
condena,
Yo en las ramas,
tú en la arena.
Condena a cadena
perpetua,
A pasear mi dedo,
a arrastrar tu lengua.
Yo en mis sueños,
tú en la arena.
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